Día Mundial de la toma de conciencia del abuso y maltrato en la vejez: 15 de junio
Diana Pastor, psicóloga del servicio de teleasistencia del Ayuntamiento de Madrid
jun. 14, 2021
Hay muchas maneras de envejecer, las personas somos muy diferentes unas de otras. El deterioro físico no necesariamente va acompañado de un deterioro mental y las aportaciones de las personas mayores pueden ser muy valiosas para mejorar los contextos en los que viven y participan, creando un beneficio tanto para el entorno social como para su propia satisfacción y desarrollo personal.
Sin embargo, la imagen social de la vejez tiene pocos valores positivos. A menudo, se identifica con debilidades, improductividad e incapacidad, y estos prejuicios pueden influir en la autoestima y el autoconcepto, así como también desalentar las expectativas. Esto hace que corramos el riesgo de acabar confirmando el estereotipo a través de toda una serie de retiros anticipados, evitación de ciertas actividades etiquetándolas como para personas más jóvenes y pérdida de intereses vitales.
La pandemia también supone un proceso más que ha propiciado el aumento del aislamiento y una pérdida de control de las personas mayores sobre sus decisiones y problemas: el cierre de centros de mayores, la dificultad en el acceso a la atención sanitaria, las gestiones únicamente telemáticas, la disminución de los roles activos que ejercían dentro de su familia por miedo al contagio, etc. Todo ello ha hecho mella en su autonomía, dificultando que mantengan el control sobre sus decisiones y en la resolución de problemas, así como en su participación en la vida familiar, social, política y cultural.
Cuando hablamos de abuso y malos tratos a las personas mayores enseguida nos vienen a la cabeza los de tipo físico o sexual, e incluso podemos pensar en alguno de tipo psicológico, pero pueden pasar más desapercibidos aquellos ejercidos sobre sus bienes u otros como la omisión del afecto, los tratamientos y los cuidados que necesitan. Algunos tipos de maltrato están tan normalizados que los cometemos sin darnos cuenta, como decidir por ellos, usar su dinero sin consultarles, hacerles firmar documentos sin explicarles lo que estos implican u omitiendo una parte, no involucrarles en conversaciones a pesar de ser ellos los protagonistas… También mantener silencios prolongados u otros comportamientos que creemos ejercer por su bien como encerrarlos para que no salgan y se expongan a ciertos peligros o restringir sus movimientos para que no se hagan daño.
Estas situaciones de vulneración de derechos no solo suceden en el ámbito doméstico sino también a nivel institucional y social. En la atención domiciliaria nos encontramos además a personas sobrecargadas con los cuidados de sus mayores, sobrepasadas por la situación que les ha llevado a la sentirse aisladas, no tener descanso y encontrarse con una gran dificultad para la gestión de sus emociones.
En estos momentos, con las restricciones asociadas a la Covid-19, la sociedad ha sido más consciente de la vulnerabilidad y de todo aquello a lo que han estado expuestos los mayores, así como de cuánto les hemos echado de menos en nuestras vidas, todos los aspectos positivos de sus trayectorias vitales y todo lo que nos aportan. Aprovechemos esta situación para darles todo lo bueno que se merecen y velemos por el cumplimiento de sus derechos. Cuidemos a estas personas pensando en cómo querremos ser tratados en el futuro.
El servicio de teleasistencia cuenta tanto con un programa de acompañamiento a las personas cuidadoras como con un protocolo de prevención, detección y actuación en situaciones de malos tratos en colaboración con los Servicios Sociales. Si necesitas ayuda o crees que alguien puede necesitarla, contacta con nosotros.
“Envejecer es como escalar una montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena“ (Ingmar Bergman).
